La traducción jurídica abarca múltiples ámbitos: penal, civil, mercantil, entre otros. Por lo tanto, el abanico de textos con los que trabaja el traductor es muy amplio.
En este artículo, nos vamos a centrar en un tipo de documento muy concreto: los contratos de trabajo. A continuación, vamos a tratar todo lo referente a este tipo de textos que, como traductores jurídicos o futuros profesionales de este sector, debemos conocer.
Lo primero de todo, ¿qué es un contrato y dónde se sitúa dentro del mundo del derecho?
El Diccionario panhispánico del español jurídico nos proporciona dos definiciones:
- Acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales.
- Documento que recoge las condiciones de este pacto o convenio.
Los contratos, por regla general, se enmarcan en el derecho civil. Es más, es el Código Civil el encargado de regular estos pactos o convenios. Existen muchos tipos de contratos (de arrendamiento, de arras, compraventa, mercantil, de prestación de servicios, y un largo etcétera). No obstante, de ahora en adelante nos centraremos en contratos de trabajo y su traducción.
Un contrato de trabajo es esencialmente un acuerdo celebrado entre el empresario o empleador y el trabajador. En él, se establecen básicamente las condiciones de trabajo, los servicios prestados y los derechos de cada una de las partes.
Las relaciones internacionales entre empresas y clientes han ido creciendo en las últimas décadas. Cada vez son más las empresas o particulares que requieren de servicios de traducción para celebrar acuerdos laborales. Por dos motivos principales: una empresa busca ampliar plantilla y quiere contratar personal de otros países; una persona que vive en el extranjero y desea volver a su país y necesita la traducción de un contrato que firmó hace años para realizar ciertos trámites.
Un traductor jurídico puede traducir estos contratos. No obstante, cuando el contrato debe tener validez legal en otro país (por ejemplo, el segundo motivo que expresamos arriba), es un traductor jurado el que debe encargarse de la traducción, ya que está acreditado.
A la hora de traducir un contrato de trabajo, se deben tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Se trata de un documento puramente legal, por lo que el traductor debe tener amplios conocimientos sobre el contexto en el que se posiciona. Además, deben comprender a la perfección el contenido en el idioma original para poder trasladarlo adecuadamente a su lengua materna.
- Se debe estar familiarizado con la terminología de contratos como este, no solo en la lengua origen, sino también en la lengua meta. Un buen traductor de contratos de trabajo debe tener a su alcance recursos terminológicos, como glosarios especializados en el tema, pues este tipo de textos tiende a utilizar las mismas expresiones sufijadas, fórmulas de cortesía y términos.
- Se debe conocer el formato y las reglas ortotipográficas de los contratos de trabajo. Por ejemplo, una característica muy común de los contratos de trabajo, y de otros contratos en general, es que los términos definidos llevan mayúscula inicial tanto en inglés como en español. Esto sucede porque se les da tratamiento de nombres propios a términos que fuera de este contexto serían nombres comunes.
- En relación con lo anterior, el traductor debe conocer la estructura interna de un contrato de trabajo en ambas lenguas: de partida y de llegada. Conocer las cláusulas más frecuentes y su traducción es primordial. Casi siempre se encontrarán similitudes y diferencias. Es en este último caso cuando deberá decidir cómo proceder en su traducción.
- También se debe tener muy en cuenta que hay que respetar el tipo de lenguaje al que nos enfrentamos: jurídico. Un traductor debe ser capaz de saber expresarse como si procediera del mundo del derecho. Debe saber utilizar las convenciones propias de este tipo de lenguaje.
- Es relevante conocer el sector del que proviene la empresa firmante, porque se emplearán términos procedentes de él. Por ejemplo, a un traductor conocedor del sector de juguetes le será mucho más fácil traducir un contrato entre una juguetería y un trabajador que a un traductor que no conoce nada del sector. A este último, la tarea de documentación y traducción le resultará posiblemente más compleja.
Por último, traducir un contrato de trabajo implica la mayor fidelidad y precisión en una traducción. Un error terminológico o de expresión, que a primera vista parece leve, puede suponer que las partes no lleguen a un acuerdo y no se celebre el contrato.
Para poder enfrentarte a los contratos de trabajo, debes tener los conocimientos suficientes para producir una traducción fiel, precisa y sin errores de ningún tipo.
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